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Lugar de nacimiento
Veracruz
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Lugar de fallecimiento
Córdoba, Veracruz
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Enterrado en
Córdoba, Veracruz
El perfume del huele de noche no presumía las consecuencias de su intensidad, el siglo veinte ya se gestaba en todos los corazones.
Cornelia no tenía los labios apretados que su retrato habría de revelar setenta años mas tarde, a sus 17 años sus labios eran sensuales, compañeros de sus ojos verdes y del porte que solo las mulatas jarochas tienen. En Tlalixcoyan, en 1871, ser mujer y ser bella era un riesgo más que una virtud. Aunque a Cornelia le enseñaron (su madre primero y después la vida) que no hay que fiarse de los hombres, no tuvo tiempo para hacer uso de los consejos ni de la fe. Antes de terminar del todo su niñez, ya llevaba un hijo en las entrañas.
En Tlalixcoyan, Veracruz, a escasos dos kilómetros del ingenio, a la orilla del río “Blanco” se encuentra “Madereros”, la ranchería donde Cornelia vivía con sus padres y con su hermano Domingo, agente aduanal quien habría de tener un hijo nombrado Adolfo (Ruíz Cortines), quien después de participar en 1914 en el programa de desarme del puerto de Veracruz organizado por el invasor norteamericano -este programa fue maquillado como campaña de salubridad, entraban a las casas a “fumigar”, pero en realidad solo buscaban armas, querían desarmar al Pueblo veracruzano-, habría de suceder a Miguel Alemán Valdez en la presidencia de la república. Su padre, agricultor de caña de azúcar, tenía ya algunas hectáreas de terreno y aunque no eran pobres, seguían teniendo una relación de servidumbre con el ingenio. En Madereros, solo las mujeres se ocupaban de las mujeres y los partos de Cornelia, fueron así, en silencio.
El único camino para llegar a Tlalixcoyan desde Veracruz, pasaba por Madereros, allí paraba el tren a tomar agua. Aquella tarde, como todas las tardes, el tren se detuvo. Los niños y las mujeres utilizaban el alto forzoso para efectuar un cotidiano comercio de todo tipo de vituallas, que los pasajeros hambrientos compraban sin chistar. Allí iba Cornelia con su bandeja de tamales envueltos en inmensas hojas de plátano, la cocina, como para muchas mujeres, se había vuelto su principal oficio y de él. Habría de comer durante muchos años.
Nunca se sabrá si los hijos de Cornelia fueron o no los hijos del amor, en la región flota la sensualidad sin pretensiones, solo la sensualidad como una permanente y atronadora primavera y los seres, bípedos o no, fluyen en ella sin cuestionamientos. Se cuenta que el mas importante rasgo de Cornelia era su aterrador carácter, quizá por eso nunca se casó, del primer hombre en su vida (solo conocemos su apellido: Zamúdio) nace una niña, Piedad Zamúdio Ruiz (1870-1962), dos años después, ya estaba preñada de nuevo, (sabemos que este segundo encuentro lo tiene con el señor Juan Cuesta Montenegro, oriundo de Chacaltianguis) esta vez sería un niño el que vendría al mundo y al cual le dio por nombre Néstor Cuesta Ruiz (1872-1963).
Cornelia Ruíz Portugal
(1852 - 1942)